CUANDO EL POLICÍA DETUVO LOS PECES/DAVE EGGERS
Sucedió el cuarto día. Los peces, 1,200 de ellos que atravesaban el territorio de ese famoso viaje que todos ustedes conocen, fueron detenidos por un oficial de policía a bordo de una motocicleta. El oficial detuvo a todos los peces, que caminaban formando una fila de aproximadamente tres millas de largo. Les pidió una identificación, pero sólo algunos de ellos llevaban sus carteras. Les preguntó a dónde iban, y ellos contestaron “A la otra orilla”. El policía miró de soslayo y se preguntó si los peces no se estarían pasando de listos. Les dio el beneficio de la duda y les preguntó si pensaban si su hija podría perdonarlo.
La semana anterior, el policía que se llamaba Gary, había vuelto a casa tras una larga noche de tragos con una ex novia que no había visto en siete años o algo así y que necesitaba que alguien la tocara para seguir viviendo. Gary la había tocado, y luego había vuelto a casa algo ebrio y había caminado a la habitación de su hija, que tenía doce años y estaba dormida.
De pie en la habitación, observando el cuarto ordenado y la ropa limpia y los cuadros perfectamente colgados, lo invadió la gratitud. Él estaba tan sucio, sus pensamientos y su piel, todo tan sucio, pero su hija, Riley, era tan pequeña y respiraba suavemente. Quería una imagen de ella durmiendo así, en camisón y con pantuflas. Quería capturar el momento, de manera que lo pudiera tener consigo y que pudiera llorar sobre él mañana y siempre. Así que fue por la cámara Polaroid y volvió al lado de su hija. Se puso de pie sobre el colchón, enfocó y disparó el obturador. Y cuando se encendió el flash y la Polaroid hizo un poderoso zumbido, su hija despertó y gritó.
Vio a un hombre parado sobre ella y saltó y gritó llena de terror puro y absoluto. Diez minutos después se calmó, pero desde entonces actuaba diferente con Gary. Y él no había podido explicarle con claridad que todo lo que quería era una foto de ella así, perfecta y dormida con sus pantuflas puestas. Ella lo había perdonado sin estar muy convencida, y él supo que nunca volverían a estar juntos como antes.
Así que Gary le preguntó a los peces que viajaban a la otra orilla si su hija lo comprendería algún día, y ellos dijeron que no, que tal vez hasta qque Riley tuviera la edad del propio Gary, es decir, dentro de treinta años; después de que se hubiera casado, divorciado y de que hubiera visto morir lentamente a tres personas. Entonces comprendería porqué su padre se paró en su colchón esa noche a tomarle una foto mientras ella dormía con sus pantuflas.
La semana anterior, el policía que se llamaba Gary, había vuelto a casa tras una larga noche de tragos con una ex novia que no había visto en siete años o algo así y que necesitaba que alguien la tocara para seguir viviendo. Gary la había tocado, y luego había vuelto a casa algo ebrio y había caminado a la habitación de su hija, que tenía doce años y estaba dormida.
De pie en la habitación, observando el cuarto ordenado y la ropa limpia y los cuadros perfectamente colgados, lo invadió la gratitud. Él estaba tan sucio, sus pensamientos y su piel, todo tan sucio, pero su hija, Riley, era tan pequeña y respiraba suavemente. Quería una imagen de ella durmiendo así, en camisón y con pantuflas. Quería capturar el momento, de manera que lo pudiera tener consigo y que pudiera llorar sobre él mañana y siempre. Así que fue por la cámara Polaroid y volvió al lado de su hija. Se puso de pie sobre el colchón, enfocó y disparó el obturador. Y cuando se encendió el flash y la Polaroid hizo un poderoso zumbido, su hija despertó y gritó.
Vio a un hombre parado sobre ella y saltó y gritó llena de terror puro y absoluto. Diez minutos después se calmó, pero desde entonces actuaba diferente con Gary. Y él no había podido explicarle con claridad que todo lo que quería era una foto de ella así, perfecta y dormida con sus pantuflas puestas. Ella lo había perdonado sin estar muy convencida, y él supo que nunca volverían a estar juntos como antes.
Así que Gary le preguntó a los peces que viajaban a la otra orilla si su hija lo comprendería algún día, y ellos dijeron que no, que tal vez hasta qque Riley tuviera la edad del propio Gary, es decir, dentro de treinta años; después de que se hubiera casado, divorciado y de que hubiera visto morir lentamente a tres personas. Entonces comprendería porqué su padre se paró en su colchón esa noche a tomarle una foto mientras ella dormía con sus pantuflas.
6 Resongos:
Es una hermosa historia, realmente si. Enhorabuena.
Buena historia querida
Me gusta sentir que estamos recuperando la frecuencia, ya se te extrañaba, ¿sabes?
Interesante. Volveré por aquí.
Que loco, eso sólo pasaría en un universo paralelo, en donde todo e posible, cuantos oficiales podrían resistir la tentación de parar a 1, 200 peces?
Tienes una linda casa y muy buenas letras.
La historia me trae a la mente sentimientos encontrados del pasado.
Excelentes escritos
A tus pies
Alexis Coald
Niña, escribes muy lindo, como si n escribieras, como si pensaras, como si no tuvieras estilo.
pero me quedó una duda, porque tuve que dejar, apurado porque debo salir... ¿Todo lo escrito es tuyo? el primero me pareció excelente, el segundo también... pero no sé si leí mal o no es tuyo, Sea lo que sea, te dejo un beso Cilencioso.
Publicar un comentario
<< Home